domingo, marzo 08, 2009

DIA INTERNACIONAL DE LA MUJER


A ti mujer


A ti mujer, que una tarde conociste a un joven corpulento (o no), de nariz achatada pero de increíble timidez que, con su arrolladora ternura supo ganar tu inexperto y romántico corazón con el relato de ciclópeas y viriles batallas, desarrolladas invariablemente los fines de semana.
A ti, que seguramente caíste en la sutil trampa e inocente entraste en ese extraño mundo de palabras raras; que comprobaste, no sin tristeza, que las románticas batallas de los relatos eran en campos lejanos, desolados e inhóspitos; que también viste como tu guerrero y sus compañeros de combate, eran inclaudicables y ni el viento más frío ni la lluvia más intensa los detenía. Ellos seguían corriendo detrás de ese objeto extraño de más extraña forma, con una enjundia verdaderamente encomiable, mientras tú, siempre al costado soportabas todo estoicamente tejiendo interminables bufandas.
A ti, que luego te casaste (o no) y entendiste que la pasión de tu héroe no se circunscribía a los fines de semana, sino que para esas batallas entrenaban dos o tres veces por semana y luego traía a sus amigos a casa, gente de aspecto distinguido, que vaciaban la heladera y se tomaban hasta el pulso, hablando irremediablemente de lo mismo. A ti, que un día escuchaste la tan ansiada frase "no juego más" y te sentiste embriagada por un dulce e intenso sonar de campanas de felicidad en tu hermosa cabecita de pobre ilusa. Tontuela, pensaste que todo cambiaría. Pero al llegar el fin de semana viste atónita que partía nuevamente. Ahora era árbitro o entrenador de alguna olvidada división.
A ti, que con lo relatado no termina tu "Vía Crusis", porque tu héroe y la vida se encargaron de darte hijos y hoy te vemos con un pichón de guerrero, versión mejorada, porque es más tirano que el anterior y ni siquiera permite la esperanza de divorcio, con tus hermosos ojos llenos de sueño, a horarios insólitos e inhumanos, siempre al costado de la cancha, perdiendo la poca dignidad que restaba, desgañitándote como una posesa y con la boca y el corazón llenos de nombre del pequeño valiente que corre alegremente por la cancha siempre detrás de ese objeto ovoide que ha signado tu vida.
A ti, mujer del rugby, queremos rendirte nuestro humilde pero sentido homenaje y pedirte que no nos dejes... porque:
Te queremos

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